Él iba de marrón, no por casualidad, no porque fuera jueves. Él siempre iba de marrón, cada día de la semana. Pantalones largos, pantalones cortos, calcetines y zapatos a juego, camisetas, camisas, jerseys, chaquetas, gorros, guantes y demás vestimenta, absolutamente todo el contenido de su armario era marrón.
El hombre de marrón se acerco al cajero automático y como cada jueves saco 200 euros, para sus gastos. Gastos calculados y planeados desde hace mas de dos años. Como cada jueves fue a trabajar y como cada jueves a las 12:05 salía del edificio para ir a comprar 2 sandwiches y una ensalada en esa tienda donde ya le conocían bien.
El hombre de marrón siempre miraba hacia adelante, espalda recta, una posición perfecta, era un hombre de buen porte y agraciado, seguramente atraería mas de una mirada deseosa si no fuera por su extravagante indumentaria y sus ojos metálicos, casi robóticos. El hombre de marrón no tenia interés ni prácticamente consciencia de lo que ocurría alrededor suya, era muy consciente sin embargo de su trayecto, 37 pasos, esperar el semáforo 43 segundos , cruzar, girar 90 grados a la derecha. El trayecto era exacto e idéntico cada día.
Chase llevaba observando al hombre de marrón desde aproximadamente un mes. Lo primero que le llamó la atención por supuesto fue su indumentaria, después se fijo en que siempre pasaba por su calle aproximadamente a la misma hora (es una pena que Chase no tuviera un reloj o sabría que de hecho pasaba a exactamente la misma hora). Y cada día pasaba una segunda vez en dirección contraria con una bolsa en la que se intuían un par de sandwiches y esto se repetía cada día. Distinta ropa, mismo color, misma hora, misma bolsa con comida.
Chase nunca había sido muy constante en su vida, solo ahora que encontraba que en esta esquina la gente era mas generosa con los mendigos que en otras se encontraba en la rutina diaria de despertarse, lavarse un poco en el rio, poco, que había que seguir dando pena y dar un paseo, disfrutar de la ciudad un rato hasta que las ganas de andar se pasan. Entonces Chase vendría a esta esquina, a sentarse y descansar del día tan ocupado y de paso a poner la mano, siempre caía algo, estos días Chase estaba bien alimentado.
Su propia falta de constancia le hacia tener todavía mas curiosidad, de hecho admiración, por el hombre de marrón, esperaba ansioso su aparición diaria. Ya le conocía bien, conocía su ropa de los lunes, la de los martes, miércoles y viernes, la del jueves aun no la podia recordaba perfectamente, pero hoy le echaria un buen vistazo, de arriba a abajo y la recordaría. Chase disfrutaba cerrando los ojos y visualizando al hombre de marrón de la manera en la que aparecería, su forma de andar, y el tiempo exacto que tardaría en recorrer la calle. Chase podia visualizarle siempre que quisiera, era su compañero en las largas horas de espera en su esquina.
A Chase le gustaba imaginar, le gustaba prever, le encantaba ver a las palomas volar y predecir donde se posarían o en quien se cagarian y no había mayor gozo para el que acertar en una de sus predicciones. Posiblemente por eso a Chase le gustaba tanto el hombre de marrón, era el primer humano al que podía comprender. Chase comprendía al hombre de marran, sabia todo de el, cada uno de sus movimientos, por tanto, Chase pensaba, el hombre de marrón también le comprendería a el. Su comprensión era solo el principio de una profunda comprensión mutua. El hombre de marrón se interesara en él tanto como el se interesa en el hombre de marrón. Serían amigos, amigos verdaderos. Chase le contara de sus días en el extranjero, de maravillas que no imagina y el hombre de marrón con ojos como platos le mirara ansioso de mas detalles e incapaz de responder. Chase hablara y hablara y el hombre de marrón le escuchara hasta que sienta la necesidad de ir a comprar dos sandwiches y una ensalada que compartirán. Chase le enseñaría sus defectos, todos sus defectos y se quitarían todas las mascaras, eso que solo puedes hacer con los verdaderos amigos.
La imagen en su mente con dos hombres devorando una ensalada junto a su tienda de campaña al lado del rio se desvaneció cuando vio venir al hombre de marrón. Chase miro al cielo, sí, el sol estaba en el lugar habitual, era la hora. Hoy tenía que ser el día, hoy cambiaría la vida del hombre de marrón.
Continua con la historia de Chase y el hombre de marron
Algo le espera al hombre de marron hoy en la tienda
Ya te mandé mail con mi creación pero no sé donde ponerla en Internet.
ReplyDeleteInteresante historia, como hemos leído algunos libros similares, la del hombre marrón me parece más interesante que la de la niña, lo veo como más creativo aún, y te hace pensar cosas más profundas aún... como bien dices, es fácil de continuar, tanto, que espontáneamente surgen diferentes ideas sobre la historia.